¿En qué consiste la identidad de un profesor?; en definitiva, ¿un profesor nace o se hace?

Siempre que se habla de actividades profesionales vinculadas con “el otro”, como la enfermería o la docencia, se hace referencia a la vocación. La palabra “vocación” viene del latín vocatio-onis y significa “acción de llamar”, es decir, sentir una especie de llamada hacia un determinado estado, profesión o carrera. Considero que, si quieres dedicar tu vida profesional a una tarea que está ineludiblemente vinculada con la formación y atención de otras personas, necesariamente tienes que sentir algún tipo de inclinación por la misma. Y aquí se hace fundamental distinguir qué es ser un profesor de qué es ser un buen profesor.

Para dedicarte a la actividad docente de forma satisfactoria y plena, así como para dedicarte a cualquier otra actividad, te tiene que gustar la tarea que estás realizando; en este sentido es una actividad vocacional, en tanto que te despierta un interés, te atrae y te dedicas a ello plenamente porque lo disfrutas y te ayuda a crecer como persona. Está claro que puedes dedicarte a la actividad docente por el mero hecho de no haber encontrado otra salida profesional y es perfectamente posible que tu pasión por la misma se despierte a posteriori, sin que fueras consciente de que te entusiasmaba la educación. También es posible que esa implicación por la educación no se despierte nunca, ¿pero qué clase de profesor será ese que no está interesado por la enseñanza?, si el propio profesor está desmotivado y no disfruta enseñando no conseguirá nunca motivar a sus alumnos, sus clases serán una sucesión interminable de minutos tediosos para los estudiantes.

Por lo tanto, considero que la identidad del buen profesor está vinculada con la vocación, que puede existir a priori o descubrirse a posteriori, con el propio desarrollo de la actividad docente. En cualquier caso, la educación es una tarea que requiere una gran paciencia y dedicación, por lo tanto, no creo que ésta se pueda desarrollar de forma satisfactoria si no se tiene algún tipo de vinculación personal con esta actividad.

Para ser un buen profesor no basta con ser una persona hambrienta de conocimiento, también es fundamental saber transmitir, tienes que ser capaz de ser una persona empática, ponerte en el lugar de tus alumnos y comunicarles el saber de manera que pueda ser asimilado por los estudiantes y cuanta más pasión y entusiasmo transmitas por la enseñanza más conseguirás conectar con tus alumnos, porque mejor realizarás tu tarea docente. Tu propia motivación despertará la motivación de tus estudiantes y de este modo el proceso de enseñanza-aprendizaje será mucho más fructífero y enriquecedor tanto para el profesor como para los alumnos.

En resumen, ante la pregunta planteada de en qué consiste ser profesor, en el sentido de qué hace su identidad, tenemos que matizar y añadir el adjetivo “buen” para poder decir que la identidad del buen profesor consiste en una dedicación por la enseñanza, un convencimiento de que su tarea servirá para crear mejores personas y contribuir así a un mundo mejor. Es fundamental que el profesor esté motivado y convencido de la importancia de la actividad que está desempeñando, de otro modo no será capaz de conectar satisfactoriamente con sus alumnos y transmitirles los conocimientos que desea.

En Brown and Paris ponemos todo nuestro esfuerzo y dedicación para transmitir a nuestros alumnos el placer por el conocimiento; fomentando la empatía y el trabajo en equipo para que nuestros estudiantes no sólo aprendan, sino que además disfruten aprendiendo.

Escrito por Andrea Sánchez profesora de inglés en B&P